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CAVA SUBACUÁTICA: AHORA SUMERGIERON 288 BOTELLAS EN EL RÍO COLORADO

Se trata de los vinos “Arumcó”, que se elaboran en la bodega municipal Lejanía de Gobernador Duval.

El grupo de amigos que el año pasado añejó 72 botellas de un vino pampeano en el lecho del río Colorado, muy cerca de Casa de Piedra, volvió a repetir la experiencia a principios de mayo, solo que esta vez sumergió un número mucho mayor: 288 botellas. Los envases estarán en el fondo del río durante un año, a unos 7 metros de profundidad. La experiencia busca investigar la potencialidad de este sistema de añejamiento, promocionar la práctica del buceo y visibilizar un poco más las oportunidades que brinda el río Colorado y este rincón del territorio pampeano.

Aunque esta vez el equipo que sumergió las botellas fue un poco más reducido, el grupo de amigas y amigos que promueve esta iniciativa, sigue intacto. Se trata de una quincena de personas, profesionales en su mayoría, muchos de ellos docentes universitarios, que se aglutinaron a partir de la propuesta del buzo Claudio Ramírez de armar una “cava subacuática” en territorio pampeano.

El denominador en común del grupo son las ganas de hacer cosas que apuesten al futuro y al desarrollo de la provincia, y que resalten lo que ya tenemos. Por eso, la elección de Casa de Piedra y el río Colorado, no es casual.

“El sábado (6 de mayo) redoblamos la apuesta de lo que hicimos el año pasado, y esta vez sumergimos 288 botellas”, detalló Claudio Ramírez, un buzo y docente de Casa de Piedra que está al frente de esta propuesta, al dar cuenta de este segundo intento. “Lo hicimos conjuntamente con la escuela Acqua Pampa Buceo, dirigida por su gran instructor, Gustavo Suárez, que vino con Cali y con Andrés, también buzos de su escuela”.

El año pasado, el equipo sumergió una cava de 72 botellas; este año, cuadruplicó la apuesta: depositó 4 cavas de 72 botellas cada una, es decir, un total de 288 envases.

“Hubo que pensar un plan”, comentó Ramírez. “Porque ahora eran cuatro cavas y no una sola, como el año pasado. No se las podía llevar (al fondo del río) todas juntas, había que hacerlo una por una”, explicó. “El plan de trabajo debía tener en cuenta aspectos como el peso, la flotabilidad, la seguridad de nosotros y también la seguridad dentro del río, por supuesto”.

Para concretar el descenso, el grupo armó una plataforma flotante en la cual cargó cada lote de botellas y las trasladó hasta la parte central del río. Una vez dentro de la corriente, los cuatro buzos se encargaron de bajarlas y depositarlas en el lecho del Colorado.

“Fue todo un éxito. Tardamos unas cuatro horas en armar todo, y una vez que estábamos en el agua, en una hora y cuarto llevamos todo el proceso adelante. El día nos acompañó: el agua tenía buena temperatura y la visibilidad era bastante buena”.

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