Santa Rosa, domingo 30 de marzo de 2017
La aparición de restos de un gliptodonte en un sector poco transitado de la calle Liberato Rosas “fue un hallazgo absolutamente casual”, contó el geólogo que vio un fragmento semienterrado y dio aviso al Museo de Historia Natural de la provincia. El resto que afloraba “tenía una forma rara, era muy alargado y cuando me acerqué, tenía estructura esponjosa, que es típica de hueso”, relató Marcelo Zárate, el descubridor del fósil.
“Suelo caminar por la zona y por mi formación me gusta ir mirando absolutamente todo”, contó el viernes en Radio Noticias el geólogo Marcelo Zárate al repasar cómo encontró el caparazón de un gliptodonte en las afueras de la ciudad, al sureste del casco urbano. El fragmento “estaba muy disimulado, porque estaba ‘entoscado’, tenía mucho carbonato de calcio, pero tenía una forma rara, era muy alargado, y cuando me acerqué, tenía estructura esponjosa, que es típica de hueso”, comentó.
Sospechando que aquello no era una tosca de las tan habituales en nuestra provincia, Zárate volvió a su casa, tomó un pequeño martillo y otra herramienta para limpiar el sedimento, y volvió al lugar. “Efectivamente, era un fragmento de hueso”, resumió. Tras confirmar su sospecha, informó del hallazgo a la doctora Claudia Montalvo, una paleontóloga especializada en fauna pampeana del período Pleistoceno, y luego al Museo de Historia Natural, cuyo director, Marcos Cenizo, tomó a su cargo el trabajo de recuperación.
Esto ocurrió hace un mes. El dato no se dio a conocer hasta comenzar con el desenterramiento para evitar que curiosos, o alguna persona mal intencionada, pudiera provocar algún daño al resto. El lugar donde estaba es la continuación de la calle Liberato Rosas más allá de los últimos barrios de la ciudad. El camino está intransitable para cualquier vehículo a raíz de que las lluvias, principalmente las últimas, que lo han erosionado en forma significativa. La misma erosión que impide circular por la calle es la que dejó al descubierto esa pequeña parte del fósil.
“El caparazón de estos animales estaba formada por placas dérmicas osificadas”, explicó Zárate en Radio Noticias. “Se veía el canto del caparazón y el resto estaba abajo, enterrado”, detalló.
Estos hallazgos no son infrecuentes sino todo lo contrario, aclaró el especialista -docente en la Universidad Nacional de La Pampa y ex director del Incitap, un instituto que depende de Conicet y la UNLPam-. “Es bastante común encontrarlos en toda la región pampeana, en el norte de Patagonia y recuerdo haber encontrado placas sueltas en rellenos de cuevas”, contó. “Pero aunque uno haya visto 50 veces, siempre que uno hace un hallazgo de estos, es emocionante. Eso es innegable”, confesó.