Fueron dos kayak, padre e hijo, diez días y 730 kilómetros extenuantes de una histórica navegación por el río Colorado. Juan Pablo “Pollo” Pollack (54 años) no tiene dudas. “Esta ha sido una de las mejores y más lindas experiencias de mi vida”.
Pollack es un reconocido guía de montaña y dueño, junto a su esposa Patricia Losada, de la empresa de turismo aventura Norden Adventure. Tiene una gran experiencia en expediciones a los Andes, travesías en mountain bike y kayak. Hizo el recorrido del río por el cauce pampeano junto a uno de sus hijos, Joaquín (23 años), otro apasionado de los deportes extremos. “Hace un par de años hicimos, juntos, cumbre en el Aconcagua”, recuerda.
Ambos fueron asistidos por Guillermo Fernández Konrad. “Es amigo de Joaquín. Fue en una camioneta, para aprovisionarnos de comida. Nos siguió por la costa, cuando era posible pasar en el vehículo…”, explica. “En varias oportunidades no podía pasar porque las tranqueras de los campos estaban con candados y en otras ocasiones no podía porque el lugar era intransitable por los fachinales”.
Los Pollak hicieron, de promedio, 73 kilómetros por día.“Arrancábamos a las 7 u 8 de la mañana y seguíamos remando hasta las 7 de la tarde. A veces ni parábamos a comer. Llevábamos un par de bananas y un salamín para ‘picar’ arriba de los kayaks”, dice.
“Padre e hijo en defensa de los ríos pampeanos”. Así denominaron a la expedición. “Fue una forma de reivindicar la pelea por los ríos y, por otro lado, difundir las bellezas turísticas de La Pampa, que a veces no se muestran cómo se debe”, cuenta. “Hacía tiempo que no se hacía una travesía de este tipo. La última vez la hizo Alfredo Barragán, en 1973”.
“El Pollo” y Joaquín iniciaron el recorrido el 12 de enero. “Lo empezamos en Mendoza, a unos 10 kilómetros arriba del punto de contacto entre las provincias de Mendoza, Río Negro, Neuquén y La Pampa. Entramos a nuestra provincia ya navegando”, sostiene. “Diez días después, el 21, llegamos a estancia El Peligro, ya en Buenos Aires, pasando el triple límite pampeano, rionegrino y bonaerense”, cuenta.
Durmieron en carpa. “Con Guillermo Fernández Konrad nos comunicábamos por handy, pero a veces no podía pasar por los campos para llegar a la orilla”, cuenta. “Por eso dormíamos donde podíamos”.
“Fue una experiencia increíble. Nos encontramos con rápidos, muy largos, similares a los del Atuel. A veces avanzamos 90 kilómetros y otros días solamente 50”, dice. “Conocimos a muchos puesteros y el impacto que está teniendo el río. La expedición fue agotadora, pero la volveríamos a hacer”, finaliza.