MARTES 8 DE ENERO 2019
Tras 23 años sirviendo en la diócesis argentina de Santa Rosa (Argentina), su obispo, Monseñor Raúl Martín, lo ha literalmente expulsado de la diócesis. ¿El motivo? Pues yendo al grano, por no ser modernista.
Su terrible delito es lo que los modernistas llaman despectivamente ser “conservador”, “tradicional”; o sea, luchar por mantener la doctrina de siempre, tratar de fomentar el respeto a la Eucaristía, dignificar el Santo Sacrificio de la Misa, no querer seguir el juego a los destructores de la Iglesia. El peor de los crímenes.
En una conmovedora carta, el padre Murri cuenta los detalles: “El actual obispo, Monseñor Raúl Martín, me dice que me debo ir. ¿La razón? Según él, ‘cosas que rompen la unidad’, mi ‘pastoral’ ‘no suma’ en la diócesis, mi ‘estilo sacerdotal y mi formación’, no se adaptan al molde de la ‘iglesia pampeana’”.
Pero afortunadamente él tiene claro lo que ocurre: “la peor persecución –como lo hemos hablado más de una vez con algunos– hoy viene del seno de la misma Iglesia. No de la Iglesia fiel, la Esposa Santa del Verbo Crucificado, sino de aquella falsa iglesia, la ‘Gran Ramera’ adúltera, prostituida en sus dogmas, en su moral, en sus costumbres, en sus criterios, en sus pastores…, vergonzosamente desposada con el mundo”.
Querido padre Murri, dice usted que se siente “honrado por ‘no haber sumado’ látigos en las espaldas de Jesucristo”. Nosotros podemos decir que nos sentimos honrados por tenerlo entre nuestros amigos.
POR OTRA PARTE LOS FIELES DE 25 DE MAYO REDACTARON UNA CARTA A ABIERTA:
«Nos sentimos en la obligación de escribir esta carta, en primer lugar, como una forma de agradecimiento a nuestro querido padre Luis, porque como siempre decimos “es de bien nacidos, ser agradecidos”. Agradecemos entre tanto, las cosas más importantes; la Santa Misa, el amor a la Eucaristía, las confesiones, las correcciones, la amistad en Cristo, pero sobre todo el ejemplo de amor, de entrega y de fidelidad.
Somos hijos adoptivos de la diócesis de Santa Rosa, en la que trabajamos activamente y pensamos seguir haciéndolo mientras Dios nos de fuerza y vida. Lamentablemente hemos recibido una dura noticia como familia y también como parte de la comunidad religiosa de la Parroquia San Juan Bosco. Fuimos informados, sobre la partida de nuestro querido sacerdote, el Padre Luis Esteban Murri, y este es el motivo que nos obligada a expresar nuestro descontento.
Ante esta noticia, y aun sabiendo que es facultad del Obispo mover a los sacerdotes, no encontramos causas para invitarlo a retirarse cuando faltan tantos sacerdotes que pastoreen las ovejas de La Pampa. Una persona de nuestra comunidad intentó hablar con Mons. Raúl Martín el día 08 de diciembre, Fiesta de la Inmaculada, cuando recibimos su visita. Conversación a la que deseábamos unirnos muchos fieles para saber el por qué de su decisión. Ante su negativa de hablar de este tema en nuestra localidad y sin tener en cuenta la dificultad de llegar a Santa Rosa debido a las distancias, nos respondió que sólo nos recibiría en el Obispado y a uno o dos porque si asistíamos más lo iba a tomar como “patoterismo”, palabras textuales. Por supuesto, la audiencia fue pedida y a ella acudimos tomando el día de trabajo y transitando los 460 kilómetros que nos separan del obispado. Después de una hora y media de conversación y sin obtener respuestas claras, decidimos escribir esta carta.
Desde hace tiempo vemos cómo la falta de vocaciones sacerdotales en la Iglesia afecta a poblaciones como la nuestra, alejadas de las capitales y de los obispados, y vemos también cómo a veces las personas encargadas de velar por el bien espiritual y material de las diócesis y del crecimiento de la fe, nos dejan desamparados solamente por caprichos personales.
Entendemos que lamentablemente, aunque formamos parte de la misma Iglesia, no nos paramos en la misma vereda, algo que nos ha hecho saber el obispo, al afirmar que hay dos diócesis de las 67 del país que no siguen la misma “línea”, o al despreciar los pedidos de fieles de nuestra parroquia asegurando que “son todos de Gral. Alvear o San Rafael” como si no formáramos parte de una misma Iglesia, la fundada por Nuestro Señor Jesucristo sobre la roca de Pedro. Por lo mismo comprendemos con dolor que un sacerdote intachable como el Padre Luis sea expulsado ingratamente de una diócesis en la que ha trabajado incansablemente desde hace casi 25 años, sin importar si los fieles lo necesitamos o no, si la diócesis lo necesita o no. Lo que no comprendemos, lo que no logramos entender, es que esta decisión sea tomada en este momento tan difícil para el padre, que se encuentra pasando por una dura prueba como lo es estar enfermo de cáncer. Nuestro asombro ya sería grande ante la simple noticia, pero no salimos del asombro al saber que se echa a nuestro sacerdote pasando él por tan delicada situación.
Siempre escuchamos a Monseñor hablar en sus sermones sobre la misericordia, por lo que esperábamos que así fueran tratados sus sacerdotes, con misericordia; algo que nos enseña nuestra Santa Madre la Iglesia Católica, fe que deben custodiar los Obispos, pero que esperábamos que no fuera sólo desde el discurso sino también desde el ejemplo.
Desde hace años nuestra parroquia ha sido atendida por sacerdotes mayores, en algunos casos muy enfermos, como el P. Damián y advertimos que esa situación, ha incidido en la desarticulación de nuestra comunidad, en un empobrecimiento de la fe, no solo en 25 de Mayo, sino también en las comunidades de La Reforma, Limay Mahuida, Puelén y Casa de Piedra, todas las localidades que atiende nuestra parroquia y que también se verán afectadas por tener nuevamente un solo sacerdote, como ya se vieron afectadas anteriormente por la imposibilidad de los sacerdotes precedentes para atenderlas como deseaban, además de estar solos para hacerlo. Gracias a la Providencia Divina que escuchó nuestras oraciones regalándonos la presencia de dos sacerdotes se logró unir a nuestra comunidad, atender de forma más asidua a los pueblos, reforzar las actividades apostólicas y retomar las tareas de evangelización. Como Monseñor bien conoce, o debería conocer, la jurisdicción de nuestra parroquia es amplia y de difícil acceso, y cuenta con escasos medios tanto económicos como humanos, situación que va a empeorar nuevamente al dejar solo al P. Jorge.
Preocupados por el futuro de nuestra parroquia es que no entendemos esta decisión; no entendemos las razones. Al Padre Luis se le ha dicho más de una vez, y también en el momento de pedirle que se vaya, que no colabora pastoralmente con la diócesis; ¿es que acaso la diócesis no forma parte de la Santa Iglesia Católica, de la Iglesia Universal fundada por Nuestro Señor Jesucristo? ¿O es que acaso el Padre Luis ha enseñado alguna vez algo diferente de lo que enseña nuestra fe? ¿Es que no se han preocupado por sus fieles?
Estamos convencidos de que el Señor, va a premiar al padre después de este desplante, después del abandono y desamparo de aquel que debería portarse como un padre; pero nos sentimos en la obligación, de hacer público nuestro dolor, nuestra tristeza, no con la esperanza de una vuelta atrás, sino, por ver a parte de la Iglesia, a la que el padre sirve hace casi 30 años, por la que ha sacrificado la posibilidad de una familia, de una profesión, por las que ha entregado amorosamente su vida, reconocer y agradecer su sacrificio. Eternamente agradecidos al Padre Luis y rezando siempre por él, pero también por Monseñor, por nuestra diócesis de La Pampa, por la unidad de la Iglesia Universal y la santidad de todos sus miembros.
